El Malpensante/ Un gobierno derrotado por sus propios errores

Por Carlos Alberto Rosales

@Carlos85458323

En cualquier gobierno surgen problemas, ya sea como eventos aislados o. como  consecuencia de su mal funcionamiento. Un buen gobernante, con liderazgo y presencia debe ser capaz de resolver estos problemas, respaldado por un equipo de colaboradores que sean responsables de la tarea  de adelantarse a los escenarios conflictivos, analizado previamente, situaciones de conflictividad para comprender tanto las causas como los efectos negativos a su gestión, pero, fundamentalmente, para poder contrarrestar los efectos adversos ante la opinión pública o publicada. 

Carlos J González no ha sabido elegir sus colaboradores  de ruta en su difícil sexenio. Tampoco se ha animado a realizar los cambios profundos que requiere un liderazgo fuerte, ante una situación política insostenible que a estas alturas, ha fagocitado el capital político, que lograra en las elecciones de  2016. La fortaleza política con la que llegó, meses después a la casona de la 22 de abril en Chetumal, se ha difuminado rápidamente.

Carlos J González es un político con buenas intenciones, pero de personalidad ambivalente, al que le ha fallado  el escenario político, las estrategias y, sus colaboradores.

La difícil situación que atraviesa su gobierno se debe a la falta de políticas públicas, presencia y una adecuada comunicación. Y, me refiero a este último aspecto porque para ser un líder político se necesitan buenas habilidades de comunicación y, Carlos J Gonzálezsiempre adoleció de esto último.

Es tarea del gobernante lograr que todos sus funcionarios tengan en claro sus responsabilidades para  contribuir a la construcción de  las políticas públicas que un gobierno prioriza para su éxito.

Si algo le ha fallado al gobernador en esta primera etapa de administración,  fue, no tener colaboradores imaginativos y comprometidos, prestos a impulsar esa creatividad para el diseño de políticas públicas que respaldaran el liderazgo de su jefe político.

El gobierno estatal en funciones  inicio el sexenio  con una lucha frontal contra la corrupción y la mala praxis política que inicio bien y que, hoy se encuentra en una nebulosa donde no se ha logrado recuperar  con éxito los bienes y recursos malversados al Estado. Es probable que esto  le hiciera dejar de lado otros aspectos de gestión, como la lucha contra la inseguridad, el problema medioambiental del recale de sargazo y no por último, menos importante, el de interpretar los escenarios a  futuros para la promoción del principal activo y fuente de ingresos: el turismo. 

En estos casos Carlos J González se “durmió” en los laureles de la poca productiva lucha contra la corrupción y, perdió de  “radar”  la gran intuición detomar las decisiones más convenientes para que su gobierno se mostrará atento a los requerimientos e inquietudes de los quintanarroenses.

Pero, la responsabilidad no es solo de él. También lo es de  su equipo de colaboradores, porque al estar en terreno operativo carecieron de la habilidad de losconocimientos y la experiencia, para poder acercar al gobernador, alternativas a los graves problemas que persisten en el Estado.

El gobierno estatal tiene dos grandes asignaturas pendientes de cara al proceso electoral del próximo 2 de junio que, seguramente los votantes  le reprocharána la hora de decidir su voto. 

La primera: que, ha delegado demasiado sin involucrarse y participar activamente en las decisiones políticas públicas necesarias para dar garantía de tranquilidad a los quintanarroenses. Finalmente de la mano de lo anterior, también que   ha fallado en su liderazgo al no saber potenciar al máximo su rendimiento político para dar soluciones a la gran problemática que estamos atravesando.

 

Miles de ciudadanos convergerán a las casillas de votación en la elección del primer domingo de juniopróximo. Muchos lo harán con el resabio de descubrirse  engañados por el actual gobierno y, cuando esto sucede, el votante tiende a reaccionar con un fuerte rechazo hacia el que identifican como artífice del engaño. 

De ahí la mala reputación de un gobierno que de antemano ya está  derrotado por sus propios errores.

 

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