Chetumal, Q. Roo.- Un nuevo operativo de revisión en el Centro Penitenciario de Othón P. Blanco dejó al descubierto lo que ya es un secreto a voces: el ingreso constante de drogas y artículos prohibidos bajo la complacencia —o complicidad— de quienes deberían resguardar la seguridad del penal.
La Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), con apoyo de la Secretaría de Marina, Guardia Nacional, Fiscalía General del Estado y representantes de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, realizó la inspección en módulos varoniles, femeniles y zonas comunes, encontrando un arsenal de objetos que nunca debieron estar dentro de una prisión.
Objetos “imposibles” de ocultar
El decomiso incluyó desde básculas grameras y teléfonos celulares, hasta dos televisores y cinco bocinas, artículos que difícilmente ingresan sin la anuencia de custodios y mandos penitenciarios. También se aseguraron 17 puntas hechizas, memorias USB, tijeras, limas de metal y hasta billetes en dólares.
Drogas dentro del penal
En materia de narcóticos, la lista es reveladora:
- 17 bolsitas negras con hierba seca
- 22 bolsitas selladas con marihuana
- Un envoltorio tubular con cinta canela con hierba seca
- Cinco bolsitas ziploc marcadas con “4:20” con sustancia granulienta verde
- 19 bolsitas con sustancia granulienta color beige
- Tres envoltorios con polvo blanco, presumiblemente cocaína
La variedad y empaque de las sustancias muestra que no se trata de consumo aislado, sino de un mercado interno tolerado por las autoridades penitenciarias.
El discurso oficial vs. la realidad
Aunque la SSC insistió en que se respetaron los derechos humanos y que el operativo responde al programa de seguridad penitenciaria de la Coordinación Estatal de Construcción de la Paz y la Seguridad, el hallazgo confirma lo que familiares de internos han denunciado durante años: la corrupción permite el ingreso constante de drogas, celulares y hasta electrodomésticos.
Cada decomiso, lejos de demostrar control, evidencia el fracaso de la seguridad interna y pone sobre la mesa la pregunta obligada: ¿cómo entran televisores, bocinas y armas blancas a un penal vigilado por custodios, cámaras y protocolos?
Compromiso en el papel, negocio en los hechos
La SSC afirmó que con estas acciones refrenda su compromiso con la seguridad de los quintanarroenses. Sin embargo, la realidad exhibida dentro del penal de Chetumal apunta a otra dirección: un negocio interno que involucra a custodios y mandos penitenciarios, quienes permiten el flujo de drogas y artículos prohibidos a cambio de sobornos.
Mientras las autoridades presumen operativos, las cárceles de Quintana Roo continúan convertidas en bodegas de narcomenudeo y centros de corrupción institucionalizada.








