Leonardo aspiraba al CONOCIMIENTO TOTAL globalizante, pero no aspiraba a llegar a él por el camino del estudio de la revelación, como los escolásticos y los teólogos de los siglos precedentes, ni tampoco por el razonamiento intelectual que bebe exclusivamente del saber de los autores anteriores. No fue escolástico ni se confió a ciegas a la autoridad de los autores clásicos, como hicieron muchos hombres del RENACIMIENTO. Él mismo se definía como un “hominem sine litteris”(hombre iletrado) porque efectivamente era iletrado. Ignoraba el latín. Su Educación había sido otra: de niño le enseñaron simplemente a leer y escribir y a echar cuentas. Pero el latín, única vía de acceso en esos momentos a los estudios humanistas, lo aprendió y por sus propios medios, siendo ya un hombre maduro (cercano a los cuarenta años); y lo mismo le ocurrió con las matemáticas, que estudió tarde, cuando las encontró necesarias para seguir avanzando. Sólo admitía como VERDADEROS MÉTODOS CIENTÍFICOS la observación de la NATURALEZA y la EXPERIMENTACIÓN. El conocimiento de los escritores antiguos tenía su utilidad como base, pero no como objetivo final. Leonardo comprendió y utilizó el auténtico MÉTODO EXPERIMENTAL un siglo antes de que Francis Bacon filosofase sobre él y antes que Galileo le pusiese en práctica.
Leonardo no escribió tratados metodológicos, pero en sus cuadernos no dejó esparcidas sus ideas.
Arq. Alfredo Muñoz Valadez (Responsable del escrito)
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