El PAN se encuentra en plena renovación de su dirigencia nacional

Con Marko Cortés próximo a concluir su gestión, Jorge Romero y Adriana Dávila han levantado la mano para asumir el liderazgo blanquiazul en un proceso interno clave para el futuro del partido. Este momento de cambio llega en un contexto crítico: los panistas coinciden en que el partido debe reformarse profundamente o arriesgarse a desaparecer del mapa político.

Marko Cortés asumió la presidencia del PAN en noviembre de 2018, pero su liderazgo ha sido duramente criticado debido a los resultados electorales y políticos que se han acumulado a lo largo de su mandato. Cuando Cortés tomó las riendas, el PAN se mantenía como una fuerza relevante, a pesar de haber perdido la elección presidencial ante Andrés Manuel López Obrador. Según información de Eme Equis, el partido contaba entonces con 12 millones de votos que representaban el 22% de la votación nacional, 129 diputados, 38 senadores y el control de 12 gobiernos estatales, consolidándose como la principal fuerza opositora.

No obstante, los resultados bajo la dirección de Marko Cortés muestran un retroceso significativo. En las elecciones de 2024, el PAN obtuvo apenas 9.5 millones de votos, lo que redujo su representación al 16% de los sufragios nacionales. En la Cámara de Diputados, la bancada panista se contrajo a 68 curules, mientras que en el Senado retiene solo 22 escaños. Además, el control territorial ha disminuido dramáticamente: el partido gobierna únicamente en cuatro estados, siendo Guanajuato el último bastión completamente panista.

Este escenario ha provocado un fuerte debate interno sobre el rumbo del partido. Jorge Romero y Adriana Dávila se perfilan como posibles sucesores para encabezar la renovación del PAN. Ambos buscan reavivar el papel del partido en la política mexicana, conscientes de que una reforma profunda es necesaria para evitar la irrelevancia.

El próximo proceso de renovación interna será determinante para definir la estrategia del PAN en el futuro inmediato, especialmente de cara a las elecciones de 2027. Sin una dirección clara y un liderazgo sólido, el partido corre el riesgo de perder aún más terreno frente a sus rivales políticos en el escenario nacional.

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