El Malpensante
Por Carlos Alberto Rosales
Días pasados leí con atención la defensa para los destinos turísticos del modelo “All-inclusive” esbozada por el CEO de Apple Leisure Group (ALG), Alex Zozaya, en el evento CHICOS, donde erróneamente fijaba posición sobre las ventajas y beneficios en las economías locales que derrama este tipo de hotelería que canibaliza los recursos de sus clientes y de los lugares donde tienen sus establecimientos hoteleros.
Al igual que la industria de los cruceros están son desventajas que a no dudar causan más perjuicios que beneficios a los destinos visitados:
1. La venta de este tipo de paquetes turísticos se realiza generalmente en terceros países por lo que dejan ingresos en materia de impuestos mínimos a los destinos. Aunque se debe reconocer la contratación de “mano de obra” intensiva, – 2.5 personas promedio -, por habitación a costos más bajos que en la hotelería tradicional;
2. El turista que contrata un paquete “todo incluido”, salvo excepciones, viaja con poco dinero para gastar en suvenir y salidas fuera del complejo hotelero en el que se instalan, donde la empresa propietaria le brinda servicios de comidas, amenities, club beach, traslados, excursiones, servicios de fotografía, artesanías y demás, asfixiando la economía de los prestadores de servicios locales en general;
3. Mala praxis. Las grandes cadenas hoteleras desde un tiempo a esta parte, aconsejan a sus huéspedes, no salir a las localidades de los destinos turísticos donde se encuentran, argumentando temas de inseguridad. Esta práctica inicio hace algunos años en el turismo de cruceros por situaciones que se suscitaban en destinos del Caribe Insular y, también en destinos del Pacífico Mexicano;
4. La poca capacidad de promoción y control de los gobiernos locales han permitido el avance de este tipo de negocios hoteleros que, hace más de tres décadas tuvieron que migrar de sus países de origen: España y las Islas Canarias, principalmente, porque ya se daban este tipo de desventajas para las economías locales y, fundamentalmente el no poder controlar el pago de impuestos por razones expresadas anteriormente de este tipo de negocios turístico de grandes dimensiones que hoy genera grandes rentabilidades para sus corporativos en el Caribe Mexicano e Insular, Medio Oriente y los destinos del Sudeste Asiático.
En su disertación, Alex Zozaya expresó una verdad a medias: “hay que ir a dónde va el cliente, y el crecimiento se está dando en cruceros y ‘todo incluido’”, aunque el impacto en las economías locales de los cruceros es menor en comparación que el de la industria de los All inclusive, debido a que este tipo de establecimientos tiene normalmente el doble de empleados que un hotel tradicional…”
Lo que no es un correlato que se da como verdad absoluta es que el éxito del All inclusive “obedece a que el cliente lo percibe como el que ofrece más libertad, y que, cada hora que el cliente pasa fuera del hotel, ganamos más. Queremos que el huésped viva el destino, pues la satisfacción aumenta si lo experimenta”.
Esto no es como decía anteriormente una “verdad comprobada” ya que con los mini centros comerciales dentro de cada complejo hotelero al visitante se le trata de vender recuerdos, regalos y suvenir que podrían comprar en tiendas del Destino turístico pero, que no visitan con asiduidad, debido a los warning de inseguridad que aconsejan en los propios hoteles, el exigente régimen de reservas de horarios para desayunos, almuerzo y cenas que de no cumplir se pierde reserva y, la apabullante venta de servicios conexos de la que hacen gala los profesionistas que laboran en estos grandes complejos de esparcimiento.
Finalmente, este es un gran negocio de concentración económica de este tipo de giros comerciales que están dejando ingresos regulados por las grandes cadenas hoteleras y, en menor medida por las empresas de cruceros donde los gobiernos locales no tienen participación en igualdad de condiciones por la pasividad con la que plantean la relación con éstos.
Falta de negociación política
Lo comentamos en nuestra columna anterior sobre la falta de liderazgo y negociación con la que el gobierno estatal maneja la relación con la administración federal del presidente Enrique Peña Nieto, en cuanto a la selección de los titulares de las delegaciones federales. Esto abre un interrogante sobre el liderazgo que Carlos Joaquín González demuestra ante la Federación que. nuevamente, impone, esta vez como titular de Fonatur a Juan González Castelán, cozumeleño que, pese a su juventud posee una larga trayectoria como exitoso profesionista, hijo de nuestro respetado y dilecto amigo, el arquitecto Juan González Ángulo.
Ya son cuatro las delegaciones federales que pierde por mala comunicación o, como decía en el anterior “Malpensante”, por la “pólvora mojada” de quienes asesoran al gobernador.
Lo que si queda claro es que, el presidente de la República, hace oídos sordos a algunos reclamos que le llegan desde el seno del propio gabinete y esta coachado por algún quintanarroense influyente en sus decisiones de no consensuar la elección de los delegados federales con el gobierno estatal de turno.
Sinónimo de buen trabajo
La calidad se demuestra trabajando a diario y en eso, no existe mejor ejemplo que el que da el municipio de Isla Mujeres y, su presidente municipal Juan Carrillo Soberanos que de manera conjunta con la Zofemat han logrado nuevamente la calificación de excelencia para Playa Centro, que aprobó con excelencia la evaluación, que de manera periódica realiza la organización de calidad balnearia Blue Flag, y, mantener nuevamente esta prestigiosa distinción internacional que reconoce a las playas de Isla Mujeres entre las mejores de México.
Isla Mujeres acaba de lograr una calificación de 96.84 puntos, que significa alcanzar un nivel de excelencia, que pocos balnearios que poseen logran a nivel internacional.