Cancún.- Mientras Aguakan enfrentaba una emergencia operativa por la toma de sus instalaciones, la CROC intentaba disfrazar de “manifestación pacífica” lo que en realidad fue una acción organizada con acarreados, carpas, bebidas y hasta música, en zonas clave para el funcionamiento del sistema hidráulico de Cancún.

Desde la madrugada del 29 de mayo, instalaciones críticas como la zona de captación, plantas de tratamiento y áreas de carga de pipas fueron ocupadas, paralizando el bombeo y dejando sin servicio a más de 100 colonias. Esta acción afectó directamente a hospitales, escuelas, negocios y miles de hogares.
Testimonios recabados en el lugar señalaron que muchos de los presentes no eran trabajadores de Aguakan. Fueron trasladados en camiones con lonas de la CROC, algunos sin saber a qué iban, y durante la noche montaron un campamento con comida, música y carpas, mientras gran parte de la ciudad permanecía sin agua.
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La realidad es que el servicio de agua en Cancún no está exento de fallas. Las quejas ciudadanas por presión baja o cortes intermitentes son conocidas y válidas. Sin embargo, agudizar esa situación mediante bloqueos planificados, impidiendo maniobras técnicas y poniendo en riesgo la salud pública, es otra historia.
La CROC lanzó un comunicado acusando a Aguakan de “ineficiencia operativa”, pero evitó mencionar que fue la toma física de las instalaciones lo que provocó la crisis de desabasto.
Mientras tanto, la CROC continúa exigiendo eficiencia, aunque su acción dejó sin el servicio más básico a cientos de miles de cancunenses. La pregunta que queda es: ¿quién está realmente del lado de la ciudadanía?