Unidos e ingresados en la misma habitación, Guadalupe y José recibieron el alta hace unos días, en España
Madrid, España, 9 de abril de 2020.- José Prieto Cerrudo y Guadalupe Matas Hernández, de 88 años, salieron del hospital el lunes 30 de marzo para poder regresar a su casa de ViIlanueva de la Torre, España, tras superar el coronavirus.
Este matrimonio salió de la enfermedad, lo ha hecho en una franja de edad en la que la covid-19 en España tiene una letalidad del 22.2%, y con el agravante de que José sufrió un ictus en 2012 que le dejó graves secuelas físicas.
Fue él el que dio la voz de alarma el 4 de marzo cuando empezó a toser más de lo habitual, por lo que al día siguiente fue llevado por una de sus hijas al médico para que le recetaran antibióticos.
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El 8 de marzo hubo una gran celebración familiar en casa de los Prieto-Matas: Guadalupe y José cumplieron 65 años de casados, sin embargo, él seguía teniendo fiebre y dolor de cabeza días después pese a los antibióticos, por lo que acudió al hospital de Alcalá, donde se decidió su ingreso el sábado día 14 de marzo, primer día de confinamiento, en el hospital de la Cruz Roja de Madrid, pues había dado positivo por coronavirus.
Para no estar sola, Guadalupe se fue a vivir a casa de una de sus hijas en Madrid, allí empezó a tener los mismos síntomas que su marido y finalmente fue ingresada, también positivo por coronavirus, en el hospital de la Cruz Roja.
Y aunque los dos se encontraban en diferentes plantas, José pidió, por favor, que Guadalupe estuviese en su habitación. Su doctor, Jesús Lacasa, accedió.
“Cuando están en habitaciones diferentes, uno está pensando todo el rato cómo estará su pareja. Son matrimonios que llevan toda la vida juntos, saben que el otro está mal y ni se preocupa de sí mismo, solo le importa cómo estará el otro, y no saberlo le desespera. Nuestra política es reunirlos siempre y cuando su estado de salud, dentro de la enfermedad, no comporte riesgos. En este caso, Guadalupe estaba mejor y más activa que José, que estaba más enfermo”, dijo el doctor del matrimonio a El País, “Tanto es así que cuando a ella le podían haber dado el alta, respondió que solo se iría con él”, agregó.
José y Guadalupe, que viven confinados en la planta de arriba de su casa, salieron este domingo a la ventana a posar para el fotógrafo de este periódico.
Historia de amor de José y Guadalupe
Han pasado 70 años desde que un día, en las fiestas de Valdelageve, Salamanca, José Prieto Cerrudo se subió a una mula. Había llegado al pueblo con su hermano procedente de Béjar, a 30 kilómetros, para ganar algo de dinero en las fiestas. Él tocaba el clarinete, su hermano los platillos. José vio la mula y se subió a ella para llamar la atención de Guadalupe Matas Hernández, que había ido a la feria con una amiga. “La mula se llama Cana, y es mía”, dijo ella. Con el chaval encima, el animal se echó hacia delante bajando la cabeza y José salió disparado pegándose un costalazo.
Así se conocieron Guadalupe y José, que empezaron a salir entre paseos primero y cartas después, porque Guadalupe, como muchas chicas de su pueblo, se fue a servir a una familia en Madrid.
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Se casaron por fin en 1955, tuvieron su primera hija ese año, luego la segunda, luego la tercera y siguieron teniendo bebés buscando el varón que quería José. “Mira la que has liado por querer un niño”, le dijo un día ella. Era el año 1971. Guadalupe y José eran padres de siete niñas (Maite, Rosi, Irene, María José, Pilar, Maika y Bea).
Cuando José se casó con Guadalupe se fueron a vivir a casa de los padres de él, donde también vivían sus ocho hermanos. Eran 12 viviendo allí. Y él se marchó a Madrid recomendado en el aeropuerto por un tío suyo; en Barajas trabajó de señalero y de maletero. También vendía ropa por los pueblos, y vendía oro.
La Silla Rota