Por Carlos Alberto Rosales
@Carlos85458323
Quizás Andrés Manuel López Obrador será a partir del próximo 1ª de diciembre, un presidente del cambio verdadero, que inicie una verdadera transformación política del país.
Por caso ya está dejando de lado muchas de sus promesas de campaña, Quizás, una de las más emblemáticas es la de la lucha contra la inseguridad y que más le agradecerán los mexicanos al reconocer que “las policías del país no están preparadas para el reto… y que, “las Fuerzas Armadas seguirán al frente en la lucha contra la inseguridad”.
Los militares seguirán en las calles para garantizar la paz de los ciudadanos de otra forma esta sería irreversible. AMLO se atrevió a aventurar que “su gobierno sería irresponsable si regresa a marinos y soldados a los cuarteles…”, pues dejaría en indefensión a millones de ciudadanos que a diario padecen al crimen organizado
En la reunión mantenida con el secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, advirtió que la conformación de una policía confiable es lo procedente. Recordemos que en campaña Andrés Manuel López Obrador había tenido una postura dura contra los militares al expresar que “La delincuencia era en realidad una lucha del pueblo contra el pueblo…” dejando entrever que el Ejército y la Marina habían realizado masacres.
Uno de las grandes desafíos del próximo presidente de la República será buscar el consenso necesario para implementar un mando policial que se coordine con los 32 mandos policiales únicos y centralizados en los estados tal lo dispuesto en los prolegómenos de la Ley de Seguridad Interior.
En la actualidad asistimos a una policía estatal y municipales deficientes que son sobrepasadas por el embate del crimen organizado y, AMLO lo ha entendido.
Otros temas a valorar por el próximo presidente en sus primeros 100 días de gobierno será el de establecer la figura de un delegado federal de seguridad en los estados que coordine las estrategias y políticas públicas en materia de prevención y represión de la inseguridad y, la administración de los recursos federales del ramo a estados y municipios.
Políticos del cambio
Explicar las transformaciones que atraviesa México en general y, Quintana Roo en especial y, la importancia que tiene en nuestro futuro, no concluye sólo, en dar una contextualización de la historia reciente donde situaciones como las que vivimos no se registraban décadas pasadas.
No es mi intención formular juicio moral o de valor de las aptitudes de quienes nos gobiernan pero sí, puedo exigir que cumplan las autoridades con los requisitos que debe poseer un servidor público en ese contrato que se da entre ciudadano y gobierno, que hoy se está incumpliendo de manera persistente.
Ayer, leía que. “Cuando los outsiders hacen campaña, les resulta muy fácil; pero cuando gobiernan, les resulta muy difícil.”
Carlos Meléndez Guerrero, el incisivo editorialista de La República de Lima, escribía sobre este tema con absoluta precisión que: “Un outsider es alguien nuevo en política. Pero no todos los nuevos en política son outsiders”.
Los outsiders en México llegan al poder con un fuerte discurso anti partidos, proviniendo, éstos, en su gran mayoría, de partidos políticos tradicionales. Luego, sucumben a la partidocracia existente al no poder llevar adelante la transformación política para lo que la ciudadanía los eligió. El detalle final es que, los políticos “antisistema”, no duran para siempre y, menos cuando no cumplen mínimamente las expectativas por las que fueron votados porque, corren el altísimo riesgo de caer en los mismos vicios y errores, y hasta peores, por despreciar algo vital: la política verdadera.
Los ciudadanos debemos por obligación cívica ejercer un control sobre la gestión de los políticos en general. A partir, de las ideas formuladas en campaña. Debemos destacar los aciertos y, también puntualizar los errores que no deben pasarse por alto o, quedar ” impunes”.
Esto debe servir para que los ciudadanos repasemos permanente que cumplen nuestras autoridades y que no. Porque es muy bueno en esta nueva etapa en la que un buen político debe ser consiente que la política vertical ya no tiene sentido práctico y que; el político moderno no manipula a la gente, porque ya no se deja manipular sino, que tiene una relación horizontal con ella, la escucha y re direcciona sus políticas públicas hacia sus necesidades más específicas.
Alguna vez, en una conversación con el entrañable Don Nassim Joaquín Ibarra le comenté sobre un fragmento que acababa de leer de “El príncipe”, que decía que un líder precisa voluntad y fortuna. Rápido de reflejos como era su costumbre, el gran empresario cozumeleño me respondió: “Cuando falta capacidad ni la fortuna, ni la voluntad, ni el poder ayudan …”