Playa del Carmen, Q. Roo, 30 de enero 2017.- Los exgobernadores de Quintana Roo, Félix González Canto, y Roberto Borge Angulo, sembraron el terror en el estado a través de la narcoviolencia y el libertinaje delincuencial para cosechar una superioridad electoral sustentada en el miedo.
Así transcurrieron los meses previos a los procesos electorales que se realizon en Quintana Roo, en donde el priismo se convertío en una aplanadora del terror en las urnas pero hueca en la acción hacia los gobernados.
Ese poder basado en el miedo fue el que sometió a una sociedad incapaz de denunciar el evidente saqueo que ambos mandatarios hicieron a su antojo durante los años de su desgobierno y que hoy vemos como se les derrumba.
Tesmonio de ello lo da el escritor y periodista especializado en temas de la narcopolítica Ricardo Ravalo en su libro “Los incómodos: Los gobernadores que amenazan el futuro del PRI en el poder”.
El análisis e investigación de Ricardo Ravelo publicado por editorial Grupo Planeta muestra como el narcotráfico jugó un rol bastante relevante en las elecciones de 2010 en las que se eligieron gobernador, nueve alcaldes y 25 diputados locales.
Por eso, cuando cambió al tío de Félix de la Secretaría de Gobierno el nombramiento recayó en otro hombre ligado a su antecesor, Gabriel Mendicuti Angulo, señalado públicamente como el estratega de los negocios que realizó González Canto al amparo del poder.
En Quintana Roo se sabe de Gabriel Mendicuti era la mano perversa y represiva que espiaba a sus oponentes y amedrentaba a los detractores del poder en turno.
Según Ravelo la práctica de incendiar coches se da en Quintana Roo desde 2010, no lo dice pero es algo como ha ocurrido hoy, afirma que es un mecanismo usado Desde 2010 (la administración de Félix ) como una manera de manipular el PRI a población mediante la violencia.
Con el llamado terrorismo electoral, que tuvo su momento más álgido con el incendio de vehículos y el empleo de células criminales para sembrar la inseguridad, Borge también echó mano de la narcoviolencia.
Lo más lamentable es que ambos ex mandatarios le abrieron las puertas del estado a células del narcotráfico que hoy se resisten a morir y desde las sombras van dejando una estela sangre y miedo en algunos municipios, principalemente en Cancún.