Sargazo y “síndrome blanco” grandes amenazas al arrecife

Muchos de los corales en cultivo también se llevan a viveros marinos donde alcanzan el tamaño que requieren para después plantarlos

 Cancún, Q. Roo., 9 de febrero 2019.— El sargazo y el “síndrome blanco” son dos factores que están causando alta mortalidad de las colonias de coral del Arrecife Mesoamericano, sin que hasta la fecha se tengan protocolos o procedimientos para frenar los daños, manifestó la Dra. Claudia Padilla Souza, investigadora del Centro Regional de Investigación Acuícola y Pesquera Puerto Morelos, que es parte del Instituto Nacional de Pesca y Acuacultura (Inapesca).

La entrevistada, quien tiene a cargo el proyecto de producción de corales y programas de restauración de arrecifes coralinos, señaló que ese programa empezó en 2009 con las primeras pruebas y sistemas de cultivo, a fin de producir los corales necesarios para su siembra en los sitios donde están deteriorados.

Del 2012 al 2016 tuvimos financiamiento de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), lo que permitió crecer el proyecto, pues si bien ya teníamos las técnicas, la producción de coral era limitada, reveló.

Fue así como alcanzamos una producción de 8 mil colonias de coral de 8 diferentes especies y se trabajó también en la producción de “reclutas sexuales” para tener mayor diversidad genética de los organismos. 

Actualmente se trabaja en un proyecto que tiene apoyo financiero del gobierno de Quintana Roo para escalar esa producción y llegar a una meta de 260 mil corales en un periodo de seis años, con metas anuales que incrementan la producción, de tal forma que en 2017 se inició con 5 mil colonias, para 2018 la meta fueron 32 mil, este año será de 48 mil y para 2020, 2021 y 2022 serán 60 mil colonias por año.

Para lograr esas metas se desarrollaron diferentes técnicas para hacer más eficiente la producción,  más eficiente, adecuar nuestras instalaciones para hacer líneas de producción y ahora ya tenemos 13 diferentes especies en producción, cada una con una técnica específica.

Muchos de los corales en cultivo también se llevan a viveros marinos donde alcanzan el tamaño que requieren para después plantarlos en las áreas dañadas en los sitios naturales para su restauración.

Diseñamos diferentes técnicas porque originalmente, mediante la propagación clonal, se cortaba un pedazo de coral para sembrarlo en un sitio nuevo. Hoy usamos técnicas más rápidas y novedosas, como la microfragmentación, con la que cortamos los corales a su tamaño mínimo, unos cuantos pólipos que crecen aceleradamente. Tienen una tasa de regeneración acelerada porque el coral tiende a cubrir con tejido las cicatrices quedan con el corte y, como es muy pequeño, la producción es más rápida, añadió.

Lo que intentamos es producir placas de tejido de coral que luego nos sirvan para hacer la restauración en los sitios dañados. En estructuras artificiales puedes pegar esas placas de tejido, forrándolo, y logras una colonia de un tamaño más grande en mucho menos tiempo.

Ahorita trabajamos en 12 sitios de cuatro arrecifes, entre éstos el Parque Nacional Arrecifes de Puerto Morelos y el Parque Nacional Arrecife de Isla Mujeres y Punta Cancún. En 2018 sembramos 3 mil 334 colonias en 1 mil 840 metros cuadrados y este año esperamos que la siembra y el área de intervención sea mucho mayor, prosiguió.

Mantenemos un registro de procedencia de la colecta para saber cuál es la colonia donadora y en los acuarios hacemos la fragmentación y desdobles y tenemos un registro de destino para saber dónde sembramos la producción. Eso nos permite identificar un genotipo exitoso, de alta sobrevivencia y con poca incidencia de mortalidad.

De hecho, hemos identificado varios genotipos, como el cuerno de ciervo, que en el medio natural ha tenido gran crecimiento. Ese genotipo lo queremos propagar y probar en diferentes condiciones.

Al referirse al sargazo, dijo que es un problema de perturbación extra al que ya tenían los corales y está siendo el detonador de nuevas enfermedades. Afecta directamente a los sistemas de cultivo porque se toma agua del mar para alimentarlos y, cuando hay sargazo, se torna turbia, con materia orgánica en descomposición que entra a los cultivos. Eso obligó a hacer modificaciones importantes en la infraestructura.

En primer lugar, alargamos la toma, que estaba a 100 metros de la costa y la alejamos a 200 metros para evitar la franja que se acumula el alga. Dentro de las instalaciones se tuvo que hacer recirculación de agua para filtrarla y limpiarla, antes de pasarla a los cultivos, reveló. 

En el mar, el problema es que los sitios donde se da la afectación por sargazo hay una mortalidad muy alta de corales. Son áreas que después se tienen que intervenir con siembra para restituir su condición original, el problema es mayor en los arrecifes costeros, como el de Puerto Morelos.

Ahora tenemos la complicación del “síndorme blanco” que, en mi opinión, es consecuencia de un estrés en el que están los corales por muchas causas y ahora se incrementa por la presencia del sargazo, que rompe un umbral y por eso muestran procesos de enfermedades que anteriormente no tenían.

El “síndrome blanco” es relativamente nuevo, no se sabe mucho del origen, el patógeno o el origen de la enfermedad y tampoco hay una cura o procedimiento para evitarlo.

Se han hecho esfuerzos para colaborar, academia y organizaciones civiles, para hacer algo que detenga la enfermedad, con diversos procedimientos, desde cortar el tejido lesionado para tratar de salvar el sano, lo que no funcionó; barreras físicas y la aplicación de antibióticos, pero los resultados no son prometedores porque la enfermedad avanza rápido y afecta diversas zonas al mismo tiempo.

Como Inapesca colaboramos con esta iniciativa aprovechando que tenemos las instalaciones para mantener corales en estanques con base de tierra. Estamos trayendo tejido sano de una colonia afectada para resguardarlo en nuestros sistemas de cultivo en condiciones aisladas y controladas, en una cuarentena. Ya colectamos dos diferentes colonias y van muy bien. Una se colectó el 9 de enero y el tejido está en perfectas condiciones, al igual que otra colectada el 16, sin signos de deterioro o blanqueamiento.

Queremos esperar a que pase la cuarentena y pasarla a una fase de microfragmentación para propagar el tejido. Si para entonces la colonia ya murió, se iniciaría el recubrimiento con el tejido que tenemos, pero queda la duda de si sobrevivirá.

Mantener un tejido en resguardo es una posibilidad de restituir la colonia. Lo que procede es hacer pruebas y si funcionan, continuar el recubrimiento.

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